domingo, 15 de agosto de 2010

"MIGRACIONES Y ENCUENTROS" queda inaugurado.







Ayer quedó inaugurada la exposición MIGRACIONES Y ENCUENTROS.
El grupo Quince, quiere dar las gracias a Max Meier (uno de los comisarios de la exposición) por dejar que el arte jóven y emergente tuviera algo de presencia en este III Festival Internacional de las Artes de Arenas de San Pedro.

La instalación presentada por el colectivo se titula: "Se me viene a la cara"

Siete cabezas piensan mejor que una. Catorce manos trabajan mejor que dos. El único modo de sacar adelante una empresa es mediante la confianza absoluta de todos sus miembros. Quince somos siete. Quince somos uno.


QUINCE
colectivo de arte

Alba Rincón Manjón Madrid, España-Arenas de San Pedro
Ana Álvarez Melchor Mérida, España- Madrid
Álvaro Chico Gómez Carpio, España - Salamanca
Eva Mª García Navarro Ávila, España- Salamanca
Jorge Almoríl Gallarín Villafranca de los Barros, España- Salamanca
Marta Jiménez Martín Padiernos,España - Ávila
Raquel Barez Díaz Blascomillán, España – Madrid


Somos 7 recién licenciados en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca, en las especialidades de Diseño, Dibujo, Escultura y Pintura respectivamente. Nos unimos formando el colectivo de arte QUINCE, no sólo por los lazos afectivos que nos unen al ser compañeros de carrera y grandes amigos, sino por el afán que tenemos todos de hacernos un hueco en el panorama artístico. Presentamos un discurso narrativo multidisciplinar, ya que nos hemos formado para tal efecto.

QUINCE es un guiño al referente por antonomasia del arte realista en España, como es Antonio López. Su papel en la película “El sol del membrillo” del director Víctor Erice, en 1992 (en el que se recoge el proceso creativo del artista mientras pinta un membrillero del patio de su casa) es una escena en la que todo artista se siente identificado en sus comienzos artísticos, cuando se dedica a representar naturalezas muertas o bodegones.

En esta exposición “MIGRACIONES” montamos una instalación que se presenta como una experiencia para el espectador. Las fronteras, muchas veces literalmente valladas, son impedimentos hacia una vida mejor, hacia un mundo mejor. Las personas se sienten atrapadas en un país del que quieren salir, pero no pueden.

Nuestra sala está intervenida con una malla que impide el acceso a la mayor parte de la estancia. Así, el público se ve obligado a permanecer en un estrecho pasillo que permite el acceso al resto de las salas, pero solo observar desde fuera la nuestra. Esa sensación de agobio, de malestar por no poder acercarse a ver la propia pieza, es la reacción que buscamos para hacer sentir, sólo por unos segundos, lo que sienten millones de personas al otro lado de la valla, de la frontera.





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