
Vi a nuestro Membrillo bajo la forma redonda y amarilla que le caracteriza, todo luminoso, cuyo brillo eclipsaba el resplandor circundante, acostado sobre una alfombrilla ante las rodillas de la Facultad de Bellas Artes. Me parecía muy pequeño y que iba creciendo ante nuestras miradas; pero todo esto era la irradiación de una luz tan potente y deslumbradora que no puedo explicar cómo pude mirarla. Bellas Artes permaneció algún tiempo en éxtasis; luego cubrió al membrillo con cinta de carrocero y tarlatana.
Poco tiempo después vi al membrillo que se movía y le oí por primera vez reir.
Que dios le tenga en su gloria, por los siglos de los siglos
ResponderEliminarAmén! jiju
ResponderEliminarEso es lo que Antonio López llamó "La luz del membrillo".
ResponderEliminarQué bien hilado,asi me gusta.
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